La vida en la Tierra ha sido protegida durante millares de años por una capa de la atmósfera, la famosa capa de ozono.
Esta capa está formada por un gas, el ozono, cuya molécula está compuesta por tres átomos de oxígeno, uno más que el oxígeno común que respiramos. Por medio de procesos atmosféricos naturales, las moléculas de ozono se crean y se destruyen continuamente. Las radiaciones ultravioletas del sol descomponen las moléculas de oxígeno en átomos que entonces se combinan con otras moléculas de oxígeno para formar el ozono.
Este gas no es estable y es muy vulnerable a ser destruido por los compuestos naturales que contienen nitrógeno, hidrógeno y cloro.
En la atmósfera forma un frágil escudo, en apariencia inmaterial pero muy eficaz. Está tan esparcido por los 35 km. de espesor de la estratosfera que si se lo comprimiera formaría una capa en torno a la Tierra, no más gruesa que la suela de un zapato.
Sin embargo, este filtro tan delgado es suficiente para bloquear casi todas las dañinas radiaciones ultravioletas del sol. Cuanto menor es la longitud de la onda de la luz ultravioleta, más daño pueda causar a la vida, pero también es más fácilmente absorbida por la capa de ozono.
La radiación ultravioleta de menor longitud, conocida como UVC, es letal para todas las formas de vida y es bloqueada casi por completo, la radiación UVA, de mayor longitud, es la menos nociva y pasa casi en su totalidad a través de la capa. Entre ambas está la UVB, menos letal que la UVC, pero peligrosa; la capa de ozono la absorbe en su mayor parte.
Durante medio siglo, las sustancias químicas más perjudiciales para la capa de ozono fueron consideradas milagrosas, los clorofluorocarbonos (CFC) parecían ideales para el mundo moderno. La mayor parte de los CFC producidos en el mundo se utilizan en refrigeradores, congeladores, acondicionadores de aire, aerosoles y plásticos expansibles, que tienen múltiples usos en la construcción, la industria automotriz y la fabricación de envases, la limpieza y funciones similares. Los halones, con una estructura semejante a la de los CFC, son aún más dañinos. Los halones se usan principalmente como extintores de incendios, y una dosis de exposición por superior destruyen más ozono que los CFC.
Riesgos para la salud y el medio ambiente
Cualquier aumento de la radiación UVB que llegue hasta la superficie de la Tierra tiene el potencial para provocar daños al medio ambiente y a la vida terrestre. Los resultados indican que los tipos más comunes y menos peligrosos de cáncer de la piel, son causados por las radiaciones UVA y UVB.
El aumento de la radiación UVB también provocará un aumento de los males oculares tales como las cataratas, la deformación del cristalino y maculopatias. Una reducción del 1% de ozono puede provocar entre 100.000 y 150.000 casos adicionales de ceguera causada por cataratas. La radiación UVC es más dañina que la UVB en causar la ceguera producida por el reflejo de la nieve, pero menos dañina en causar cataratas y ceguera a raíz de esta.
Un esfuerzo internacional conjunto ha permitido la eliminación y reducción del uso de sustancias que agotaban la capa de ozono.
Sin embargo, se requieren muchas décadas para la recuperación total, o por lo menos para que disminuya su efecto negativo sobre la salud, por tal motivo es imprescindible continuar realizando acciones de protección como evitar la exposición solar en las horas de mayor intensidad radioactiva y usar pantallas y filtros para la piel y ojos.
Es muy común usar protectores para la piel, pero no es tan frecuente hacerlo para evitar el daño ocular.
Para proteger del daño ocular es recomendable usar gafas para sol. El uso de éstas para protegerse no debe reservarse solo a los días soleados de verano, hay radiación ultravioleta en días nublados también. Es importante proteger los ojos durante todo el año.
Los lentes deben filtrar o eliminar la radiación nociva UV por debajo de los 400 nm.
Un aviso para todos es que las gafas de sol sirven solamente para proteger de la luz indirecta del sol. Nunca será un filtro adecuado para mirar directamente al sol, ya que a pesar de tener alta protección o ser muy oscuras no será suficiente para proteger de la luz directa, ya que ésta afectará a los ojos de manera considerable.
Texto: Abete, María Luz. 3122